La disfunción eréctil o impotencia, es uno de los inconvenientes de origen sexual más comunes en la población masculina. Este trastorno se origina por diversas causas, como la depresión, problemas circulatorios, diabetes mellitus, cardiopatías, hipertensión e incluso mal manejo del estrés. Por este motivo es importante someterse a control médico, en caso de detectarse este tipo de anomalías.
En este artículo indagaremos acerca de las causas de la disfunción eréctil, cómo tratarla y qué medidas tomar al detectar su aparición.
Hablemos de Disfunción Eréctil
Se conoce con el nombre de disfunción eréctil o impotencia a la incapacidad de mantener una erección por tiempo prolongado. Esto trae como consecuencia la incapacidad de mantener relaciones sexuales. En concreto, se trata de un problema físico, que puede tener diversas causas, y ser independiente del deseo sexual.
En algunos casos la impotencia puede ser ocasionada por otro tipo de trastorno. Cuando se trata de un impedimento físico que imposibilita la erección, puede estar estrechamente vinculado a problemas de circulación, comúnmente desencadenados por hábitos nocivos, como el tabaquismo, elevado consumo de grasas, e incluso lesiones.
En la mayoría de los casos se trata de un padecimiento tratable y reversible, tanto a nivel físico como psicológico. En un artículo del Journal of Urology de 2007, se detalló que un estilo de vida saludable contribuye, en algunos casos, a la remisión de los síntomas.
¿Cuáles son las causas de la disfunción eréctil?
Como dijimos anteriormente, en algunos casos la impotencia puede ser un síntoma, tras el cual subyacen otras causas. Algunas de las causas físicas más comunes son las siguientes:
Lesiones en la médula espinal o en la zona pélvica.
Diabetes
Dislipidemia
Cardiopatías
Obesidad
Enfermedades en la próstata.
Arterioesclerosis o enfermedades circulatorias.
En estos casos y al ser un síntoma, la impotencia no solo es tratable, sino que mejora considerablemente al realizar un diagnóstico preciso de la condición. Sin embargo, Cuando se origina por factores psicológicos, se relaciona con problemas de autoestima y la falta de confianza. En estas ocasiones la disfunción eréctil tiene un efecto somático, que puede ser tratado en terapia.
Síntomas de la Disfunción Eréctil
El primer síntoma clave es el cambio físico al momento de la erección. Esto significa que el pene no mantiene la rigidez necesaria para realizar al acto sexual, así como en la incapacidad de alcanzar la erección mediante la excitación o estimulación directa del área genital.
En caso de tratarse de un impedimento físico, la primera señal de alarma es la ausencia de una erección matutina. En cambio, si se trata de un factor psicológico, las señales pueden variar. Por ejemplo, la pérdida de erección o su ausencia completa puede presentarse en un momento dado, como antes del coito o ante ciertos estímulos sexuales.
Aunque las condiciones fisiológicas facilitan el auto diagnóstico, se recomienda visitar a un especialista para obtener un diagnóstico concreto de disfunción eréctil. Por lo general, la revisión médica incluye una serie de pruebas. También se tendrán en cuenta la edad del paciente, sus hábitos y la condición física.
Tipos de Disfunción Eréctil
Existen tres grupos distintos en los cuales se puede clasificar la disfunción eréctil. En concreto, podemos distinguir las siguientes categorías:
Psicógena: cuando existe disfunción, sin lesiones visibles en el mecanismo eréctil o en el aparato genital. En este caso, la causa de la impotencia es psicológica.
Orgánica: pueden tener una causa hormonal, neurológica o incluso vascular. Según diversos estudios, la causa orgánica más frecuente es la lesión vascular, con una incidencia del 80% de los casos.
Mixta: este caso incluye ambas categorías. Es decir, la impotencia puede tener una causa física y a la vez, un factor psíquico, que puede actuar como agravante.
Aparte, la impotencia de tipo orgánico puede incluir ciertos factores, como la eyaculación precoz, que puede ser de tipo primario o secundario. En el primer caso, se trata de un comportamiento aprendido al inicio de la vida sexual, mientras que en la de tipo secundario se trata de una condición que aparece tras muchos años de actividad sexual normal. En este caso, existe una gran posibilidad de que se trate de factores físicos y se recomienda la visita a un urólogo.
En algunos casos los especialistas también se refieren a la ansiedad por desempeño, que a su vez corresponde a la disfunción de tipo psicógeno. Con frecuencia es causada por altos niveles de estrés, crisis de ansiedad o la presión ante la imposibilidad de satisfacer sexualmente a la pareja.
Por último, existen casos atípicos, en los que la impotencia puede ser una consecuencia del consumo de ciertos fármacos, como los antidepresivos, e incluso por cambios hormonales, como el consumo de esteroides.
Tratamientos para la Disfunción Eréctil
Por lo general, luego de determinar la causa de la impotencia, su urólogo recomendará el tratamiento más adecuado. Existen varias alternativas que proporcionan una solución funcional y duradera, como las que mencionamos a continuación.
Medicamentos orales
Bomba peniana. Es la opción más socorrida cuando los fármacos no funcionan. Se trata de un dispositivo conformado por un tubo hueco y una bomba manual, que origina una erección por vacío. Para mantenerla, se utiliza un anillo, que se coloca en la base del pene.
Son dispositivos inflables o maleables que se colocan en el interior del pene de manera quirúrgica. Ayudan a mantener el pene firme, y permiten controlar el momento en el cual aparece la erección. Todos los procedimientos quirúrgicos debe realizarlos un urólogo.
Cuando la impotencia tiene un origen psicógeno, se recomienda asistir a sesiones de psicoterapia, a fin de determinar la naturaleza del problema. Estas pueden ser en solitario, aunque también existe la opción de tomar terapia de pareja.
La actividad física, especialmente si se trata de ejercicios aeróbicos, contribuye a mejorar la disfunción eréctil. Sin embargo, se recomienda consultar la opinión de un experto antes de seguir un plan de ejercicios.
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